Ubicado en el Atlántico Norte, archipiélago de Islas Feroe está formado por 18 islas de origen volcánico, terreno montañoso y afilados acantilados es un auténtico paraíso para el avistamiento de aves. Algunas de las especies más habituales son los frailecillos, pájaros bobos, además de un sin fin de aves marinas.
La mejor manera para disfrutar de su indómita naturaleza es a través de los tradicionales caminos que conectan los pequeños pueblos de las islas. También en barco, para ir saltando entre ellas y descubrir su entorno prácticamente virgen.
A pesar de que la gran mayoría están habitadas, no es un destino muy turístico, por lo que es posible recorrerlo sin apenas encontrarse gente. En la mayoría de viajes a Islas Feoe se visitan las islas más conocidas, donde se concentran la mayoría de los puntos de interés, están Streymoy, Vágar, Eysturoy, Mykines y Borðoy, fácil de acceder en avioneta o en barco.
Vágar sería la puerta de entrada, donde llegan los ferries del archipiélago y desde donde la mayoría de los viajeros parten a Tórshavn, la capital de las Feroe situada en Streymoy, la más grande de todas. Ocupada originariamente por los vikingos, esta pequeña ciudad fue la primera en ser habitada y conserva a la perfección su arquitectura de los siglos XVI y XVII. Otros lugares de interés son los solitarios pueblos de Tjørnuvík o Saksun.
Mykines es conocida por ser el paraíso de los ornitólogos, ya que allí habitan un gran número de aves incluso de especies desconocidas. Por su parte, en un viaje a las islas Feroe tampoco pueden faltar ciudades como Klaksvík, ubicada en la isla de Borðoy; así como una excursión a Slættaratindur, el punto más alto de las islas.