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Qué ver en Tailandia Triángulo del oro

Qué ver en Tailandia

Triángulo del oro

Atracciones turísticas en Triángulo del oro

Chiang Rai es la puerta al famoso Triángulo de Oro, el lugar donde confluyen los poderosos ríos Ruak y Mekong, los cuales separan las fronteras entre Tailandia, Myanmar y Laos. La foto más buscada es el punto donde se encuentra el cartel que señala el centro del área en el pueblo desde donde se divisa una hermosa panorámica de la vegetación, las montañas y las aguas turbias que dividen a los tres países y que los locales han dado en llamar Sop Ruak.

Acercarnos a un poblado indígena de la zona fronteriza es una experiencia emocionante que suelen incluir los viajes organizados a Chiang Rai y que siempre merece la pena.

Muchas etnias llegaron del sur de China y Birmania a Tailandia a finales del siglo XIX y principios del XX huyendo de los conflictos armados y la persecución, las cuales subsistían con el cultivo ilegal del opio, lo que provocó la proliferación de las mafias de la droga.

El Triángulo se hizo más famoso durante la guerra de Vietnam, cuando el comercio del opio y el consumo de heroína aumentó hasta que el rey Rama IX, para acabar con esta lacra, fundó en 1969 el llamado “Real Proyecto”. A través de esta iniciativa instó a los inmigrantes a que se unieran a la cultura y costumbres del país sustituyendo sus cultivos por otros alternativos y orgánicos. Así, las tierras se llenaron de plantas, flores, frutas, verduras, arroz, café o té ulong, a los que se les añadiría el Sello Real de garantía de producto ecológico de calidad, lo que permitiría unos ingresos todavía más importantes que los del opio.

El Museo del Opio es una sala interactiva que nos acerca a la historia de su cultivo y que está enfocada a mostrar a jóvenes y adultos, cómo supuso un problema mundial y cómo las drogas afecta de forma destructiva a consumidores y familiares.

En las montañas habitan 7 etnias y algunas de ellas se subdividen en otras. La mayoría son animistas y siguen adorando a los dioses y espíritus, aunque muchos de ellos se están cristianizando. Cada uno tiene su propia lengua, ritos, religión e indumentaria y su medio de subsistencia se basa en la agricultura y en los últimos años también en el turismo.

Están los Lahu, Akha y Lisu, con la misma raíz lingüística tibetano-birmana; los Hmong y Yao con una lengua de origen sino-tibetana y los Karen. Los Lahu se dividen en Lahus rojos, amarillos o negros; los Akha se rigen por normas que se basan en el respeto a los más mayores y experimentados y las mujeres lucen un colorido atuendo y tocado con cuentas, borlas y cintas; los Lisu viven en casas de bambú y madera y tienen un hechicero que interpreta el futuro; los Hmong o Meo, entre los que se distinguen los Hmong blancos y azules, se asientan en la cima de las colinas y son los que más se han involucrado en la cultura tailandesa; los Yao o Mien profesan el taoísmo y ellas visten trajes bordados, collares rojos, turbantes oscuros con adornos de plata y joyería; y los Karen que viven en las tierras bajas y son los más numerosos con 400000 miembros divididos en sub-grupos con diferentes lenguas. Las famosas Mujeres Jirafa no pertenecen a ellos sino a los Karen rojos o Karenni y son un grupo minoritario procedente de Mongolia que llegaron a Birmania y que huyeron a Tailandia en los años 80 y 90 debido a la guerra civil, convirtiéndose en refugiados políticos a los que no se les ha reconocido la ciudadanía. Aunque pulula mucha literatura que alude a ataques de tigres y evasión de la esclavitud, el verdadero motivo sobre la colocación de los collares en el cuello de las mujeres desde que son niñas, es sentirse atractivas para los hombres.

En Sop Ruak se suele embarcar en canoa o lancha rápida para dar un agradable paseo río arriba y visitar el mercadillo artesanal de la isla Don Sao, la cual pertenece a Laos, siguiendo después a Chiang Saen, la ciudad más antigua del país que fue capital del Reino de Lanna al sur del Triángulo. Aquí es común entre los locales contemplar en familia el atardecer sobre el Mekong, relajarse contemplando aves acuáticas en el lago Chiang Saen, pasear por el mercado nocturno de Walking Street y visitar algún templo como el Wat Pasak, muy bello y bien conservado; el Wat Phra That Chedi Luang con la estupa más grande de la zona; o el Wat Phra That Ngao, ubicado fuera de las murallas y con un Buda Dorado esculpido en estilo sukhotai, desde el cual hay unas vistas espectaculares del río y las montañas.

En el mismo área de la frontera, en Mae Sai, la localidad más al norte del país, la afluencia de turistas es escasa. Sus mayores atracciones, además de visitar el animado mercado, pasear por la avenida principal y atravesar el puente que cruza el río Sai hasta la localidad birmana de Tachileik, es disfrutar de los templos y sus estupendas vistas. Entre ellos destaca el Wat Phra That Doi Tung, que sumergido en la densa vegetación en la cima del Monte Doi Tung, cuenta con 2 chedis en forma de campaña de estilo Lanna y el Wat Phra That Doi Wao o Templo del Escorpión, donde hay un excelente mirador del Triángulo y del Templo Thamphajoen en la parte inferior de la colina.

Algunas de las visitas que se pueden realizar en la zona son acercarse hasta la puerta del Triángulo del Oro, desde donde se pueden ver los tres países; contemplar la enorme estatua dorada de Buda que corona la orilla tailandesa; así como navegar por el Mekong hasta llegar a la isla de Don Sao, en Laos. Para realizar esta excursión no es necesario contar con el visado del país, pues no es zona fronteriza y su visita no permite la entrada posterior a Laos. Para cruzar habrá que ir unos kilómetros más abajo, hasta Chiang Khong, donde se ubica la aduana. Aquí es donde se coge el popular slowboat que surca durante dos días el Mekong hasta llegar a la ciudad de Luang Prabang, patrimonio de la humanidad de la Unesco.

Lo cierto es que el Triángulo de Oro es una zona mítica de Tailandia, un bello enclave fluvial que abraza tres países y que ha escrito una de las crónicas de la historia del país. Es una tierra marcada por el pasado del opio pero que está bendecida con los mejores paisajes y la gente más agradable que puedas llegar a imaginar.

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